Las claves del liderazgo de Bukele

Por Agustín Ortiz e Ignacio Pirotta

Imagen: fotos.presidencia.gob.sv

Con una aprobación arriba del 70% en su país, Nayib Bukele atrae las miradas de todo el continente. El intento de comprender su liderazgo no puede pasar por alto el efectivo combate a las maras y la asombrosa disminución de los homicidios, pero también debe poner el foco en las habilidades del presidente salvadoreño para acumular poder. Esta combinación de políticas le permite reunir de manera favorable el Recurso de Poder (RP) de apoyo ciudadano.

Bukele irrumpió en la política salvadoreña como alcalde de San Salvador, luego de desempeñarse al frente del pequeño municipio de Nueva Cuscatlán, ubicado en las afueras de la capital salvadoreña. En ambas experiencias construyó su imagen política como un gestor eficiente y moderno. Pero Bukele, que llegó a ocupar ambos cargos perteneciendo a las filas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), encontró resistencias dentro de su propio partido. En 2017, luego de que realizara denuncias de corrupción a miembros del FMLN y el conservador ARENA, el otro gran partido salvadoreño, Bukele fue expulsado.

Así comenzó el derrotero que lo terminó posicionando, en 2019 como la alternativa al bipartidismo que había dominado la vida política desde 1989.  Dos fueron sus grandes temas de campaña: la corrupción y las necesidades del pueblo salvadoreño. Al ritmo de Viva la Vida (Coldplay) y con el eslogan “el dinero alcanza cuando nadie roba”, Bukele hizo una campaña en la que martilló sobre los sucesivos intentos de la política tradicional de cortar su ascendente carrera: la expulsión del FMLN (“en base a mentiras”), el rechazo de la inscripción de Nuevas Ideas, su partido, la disolución de Cambio Democrático -por decisión de la Corte Suprema- y los distintos “intentos de bloqueo” para participar de las elecciones. Pero, al final de cuentas, la figura de Bukele creció en conocimiento frente a cada adversidad. Durante el proceso electoral obtuvo el 53,10% alcanzando la primer magistratura.

Una vez en el gobierno, Bukele se abocó a una de las principales demandas y eje de campaña: el combate a la inseguridad. Muy pronto, el joven presidente, que en 2019 tenía 38 años, hizo de esa su principal bandera. Los resultados sirvieron para cimentar su popularidad, aunque en los primeros dos años no tuvo mayoría en la Asamblea Legislativa, donde encontró una oposición cerrada a sus propuestas.

En medio de la tensión por la obtención de financiamiento internacional para combatir narcotráfico, que era bloqueado por el parlamento, Bukele protagonizó uno de los episodios más polémicos y de carácter autoritario de su liderazgo cuando se hizo presente en la Asamblea acompañado de las fuerzas armadas. La que fue definida como una intentona de cerrar el parlamento no prosperó.

Pero las elecciones legislativas que tuvieron lugar en febrero de 2021, le permitió al oficialismo obtener mayoría, que al incorporar como aliados a otros partidos menos llegó a formar una mayoría especial de dos terceras partes. Con ese recurso, Bukele promovió la remoción de miembros de la Corte Suprema y la elección de nuevos jueces para la instancia superior.

Desde entonces, el salvadoreño reúne importantes Recursos de Poder de tipo institucional, con una mayoría especial en el parlamento unicameral y jueces cercanos en la Corte Suprema. Esto le permite, además, gobernar vía decreto. También le permite la candidatura a la reelección, algo que no está avalado por la Constitución pero de acuerdo a una decisión de la Corte Suprema, este domingo competirá en las urnas. Sin lugar a duda, el LP de Bukele contempla por completo el RP institucional.

El éxito en materia de inseguridad queda plasmado en el más que elocuente dato sobre la tasa de homicidios, que pasó de 38 cada 100.000 habitantes en 2019, a 2,4 cada 100.000 en 2023. El Salvador pasó de ser uno de los países más violentos del mundo, a ser el segundo con menos homicidios en toda América en 2023, sólo detrás de Canadá.

En materia social y económica no hay grandes logros de su gestión, que atravesó, no podemos obviar, la pandemia de Covid-19. De acuerdo con cifras oficiales, el desempleo bajó desde 6,4% a 5%, ya cerca del pleno empleo (por debajo de 4%), pero la pobreza creció casi 4 puntos, desde 22,8% en 2019, a 26,6% en 2023. Además, el salario promedio se encuentra en 377 dólares, siendo el salario mínimo de 332 dólares. Se trata de un salario por debajo del de 2019, de la mano del crecimiento de la inflación en la pospandemia, particularmente en 2022, cuando llegó a 7,2%.

El “estilo Bukele” es otra de las fuentes de su capital político. El hombre que a los 37 años llegó a la presidente ha sabido usufructuar su perfil de líder joven y sus habilidades como parte de la generación millennial. Las redes sociales son su canal de comunicación predilecto, prescindiendo de los medios tradicionales. Bukele maneja el lenguaje de las redes, explota su faceta juvenil y se muestra como un líder con frescura y cercanía. Esa dimensión comunicacional del salvadoreño es constitutiva de su liderazgo.

Bukele ha logrado fortalecer su gobierno de la mano de la gestión eficiente, su carisma personal y el permanente parteaguas entre viaja política y la renovación por él encarnada. Para su casi seguro segundo período tendrá el desafío del desgaste natural de todo presidente, máxime teniendo presente los cinco años de duración del mandato. Queda pendiente también la mejora del salario y la caída de la pobreza. Bukele deberá enfrentar esas materias pendientes habiendo endeudado ya al país durante el primer mandato.

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